POPULISMO
POPULISMO
Los
historiadores y sociólogos que estudian los gobiernos de Perón en Argentina, de
Vargas en Brasil y de Cárdenas en México los clasifican de populistas. Definen como populista a un nuevo tipo de
líderes que ascienden al poder en los años 30 y 40 con un fuerte apoyo popular
y de sectores hasta entonces marginado de la vida política porque no accedían
al voto. Contaron con el apoyo de obreros y sectores desempleados urbanos; en
el caso de Cardeñas se le sumaron los campesinos. Para algunos estudiosos, estos líderes
populistas eran autoritarios, antidemocráticos y profascistas. Sus gobiernos
lograron la modernización de sus respectivos países.
Líder
carismático. Todos los autores destacan
la figura del líder como carismática, entendiendo como tal una especial
facilidad para atraer y fascinar a las personas. El líder populista se siente representante de
la Nación. En su discusión opone al
pueblo (con el que se identifica) con la oligarquía (a la que califica como
antinacionalista y extranjerizante). Fue
visto por sus seguidores como infalible y casi mítico, como calificar de “Madre
Espiritual” a Eva Duarte de Perón. En su
discurso el líder utiliza o da nuevo significado a expresiones en uso. En
Argentina se llamaba “cabezas negras” en sentido despectivo a los inmigrantes
llegados a Buenos Aires y provenientes de las áreas rurales, muchos de origen
indígena o mestizo. Perón y Eva van a denominarlos en sus discursos como “mis
cabecitas negras” o los “descamisados”.
Los actos
públicos y masivos del peronismo, los discursos, las obras escritas, la
enseñanza y la propaganda fueron los medios para difundir las ideas de estos líderes
populistas. Para algunos autores fueron los medios para manipular a las masas
populares que no tenían capacidad de decidir, para otros, permitieron la
expresión pública de sectores que nunca antes la habían tenido. También, por un lado, destacan el populismo
como antidemocrático y autoritario. Pero
otros, consideran que permitieron el afianzamiento de la democracia al ampliar
el derecho al voto y avanzar sobre la democracia social o una democracia de
masas.
“…se ha enfatizado la necesidad de
estudiar los significados ambiguos y contradictorios de las experiencias
populistas. Se ha propuesto el análisis histórico social de la
acción colectiva que generaron estos movimientos, así como de los discursos políticos de la época a
través del análisis de los eventos discursivos. Esta
propuesta de estudio del populismo toma en consideración tanto los discursos
y acciones del líder, como las respuestas y expectativas autónomas de los
seguidores. Además, presta atención a los mecanismos concretos de
articulación electoral, contextualizándolos dentro de las culturas
políticas. A modo de conclusión se señalan algunas consecuencias de los populismos.
Tal vez el principal efecto del populismo fue el acceso, para grandes grupos sociales, a la dignidad simbólica de ser alguien, de ser seres humanos, en sociedades excluyentes y racistas. La “chusma” de Gaitán y Velasco Ibarra, “los descamisados” de Perón, se transformaron en el baluarte de la verdadera nación en su lucha contra la antinación oligárquica. Esta búsqueda de legitimación y apoyo de las élites en el pueblo, de poner en el centro de la política a sectores que antes se consideraban “indignos” o simplemente “no preparados para la vida pública”, es en cierta forma irreversible. Como las últimas experiencias de dictadura y democratización en el Cono Sur han puesto de manifiesto, una vez que el pueblo se activa no se lo puede desactivar.
La presencia política de sectores excluidos que se dan con el populismo tiene efectos ambiguos y contradictorios para las democracias de la región. Por un lado, al incorporarlos, ya sea a través de la expansión del voto o a través de su presencia en el ámbito público, en las plazas, el populismo es democratizante. Pero, a la vez esta incorporación y activación popular se da a través de movimientos heterónomos que se identifican acríticamente con líderes carismáticos que en muchos casos son autoritarios. Además, el discurso populista, con características maniqueas, que divide a la sociedad en dos campos antagónicos pues no permite el reconocimiento del otro, pues la oligarquía encarna el mal y hay que acabar con ella. Este último punto, señala una de las grandes dificultades para afianzar la democracia en la región. En lugar de reconocer al adversario, de aceptar la diversidad y de proponer el diálogo, que en sí incluye el conflicto mas no la destrucción del otro, los populismos a través de su discurso buscan acabar con el adversario e imponer su visión autoritaria de la “verdadera” comunidad nacional. Los populismos no son los únicos regímenes que no reconocen los derechos de los opositores. Tanto las dictaduras como los regímenes electos han reprimido, silenciado y, a veces, asesinado a sus adversarios”.
Tal vez el principal efecto del populismo fue el acceso, para grandes grupos sociales, a la dignidad simbólica de ser alguien, de ser seres humanos, en sociedades excluyentes y racistas. La “chusma” de Gaitán y Velasco Ibarra, “los descamisados” de Perón, se transformaron en el baluarte de la verdadera nación en su lucha contra la antinación oligárquica. Esta búsqueda de legitimación y apoyo de las élites en el pueblo, de poner en el centro de la política a sectores que antes se consideraban “indignos” o simplemente “no preparados para la vida pública”, es en cierta forma irreversible. Como las últimas experiencias de dictadura y democratización en el Cono Sur han puesto de manifiesto, una vez que el pueblo se activa no se lo puede desactivar.
La presencia política de sectores excluidos que se dan con el populismo tiene efectos ambiguos y contradictorios para las democracias de la región. Por un lado, al incorporarlos, ya sea a través de la expansión del voto o a través de su presencia en el ámbito público, en las plazas, el populismo es democratizante. Pero, a la vez esta incorporación y activación popular se da a través de movimientos heterónomos que se identifican acríticamente con líderes carismáticos que en muchos casos son autoritarios. Además, el discurso populista, con características maniqueas, que divide a la sociedad en dos campos antagónicos pues no permite el reconocimiento del otro, pues la oligarquía encarna el mal y hay que acabar con ella. Este último punto, señala una de las grandes dificultades para afianzar la democracia en la región. En lugar de reconocer al adversario, de aceptar la diversidad y de proponer el diálogo, que en sí incluye el conflicto mas no la destrucción del otro, los populismos a través de su discurso buscan acabar con el adversario e imponer su visión autoritaria de la “verdadera” comunidad nacional. Los populismos no son los únicos regímenes que no reconocen los derechos de los opositores. Tanto las dictaduras como los regímenes electos han reprimido, silenciado y, a veces, asesinado a sus adversarios”.
"El peronismo es un movimiento abierto a todo el mundo. Ustedes ven
que cualquiera que llega a mí, sea un dirigente de esto o de lo otro, siempre
le digo que él para mí, no es más que un dirigente de Perón (...) porque bajo
el lema justicialista, el pueblo y la patria toda constituyen una gran familia,
en la que todos somos iguales, felices y contentos, respondiendo sólo a Perón.
(...) Dentro de nuestro movimiento no se necesita tener títulos universitarios,
ser intelectual o tener cuatro apellidos para integrar el gobierno de Perón. Al
lado de él hay hombres de todas las condiciones sociales: médicos, abogados,
obreros, ricos y pobres, de todas las clases, pero sin ese espíritu oligarca
que es la negación de nuestro movimiento.” EVA PERÓN, 5 abril 1951
“Señores capitalistas, no se asusten de mi sindicalismo, nunca mejor que
ahora estaría seguro el capitalismo. (...) Lo que quiero es organizar
estatalmente a los trabajadores, para que el Estado los dirija y les marque
rumbos y de esta manera se neutralizaría en su seno las corrientes ideológicas
y revoluciones que puedan poner en peligro nuestra sociedad capitalista en la
postguerra.” JUAN DOMINGO PERÓN, ante la Cámara de Comercio,
1944
Luis Batlle y Perón en encuentro diplomático en el Rio de la Plata. 1948 |
“¿Se
puede decir que el neobatllismo es un populismo? Tanto Batlle como Perón fueron
líderes de movimientos de carácter multiclasista y amplia convocatoria
popular. Pero a partir de esos elementos
comunes, el batllismo y el peronismo constituyeron en forma diferente la
categoría de pueblo como actor político.
El peronismo, aunque no un movimiento clasista, privilegio sin embargo a
la clase obrera como su base social, dirigiéndose con preferencia a los
trabajadores. El propio Perón se
señalaba como “un soldado, un patriota y el primer trabajador argentino”. El neobatllismo también tuvo un fuerte apoyo
entre la clase obrera. Sin embargo, su discurso se presentaba como una
alternativa a una política basada en divisiones de clase. De acuerdo con esto,
los trabajadores participaban en la vida política no en cuantos tales, sino en
cuanto ciudadanos del Estado batllista (y clientes de la maquinaria política
del Partido Colorado)”. Francisco Panizza “Uruguay, batllismo y después”. 1990
EJERCICIO DOMICILIARIO. Leer y responder:
1. Señala
las principales características del populismo según de la Torre
2. Testimonio
de Eva Duarte de Perón (1919-1952)
a.
¿Cómo describe Eva a su esposo y Presidente de
Argentina?
b.
¿Podemos relacionar sus expresiones con el texto
histórico de la Torre?
3. Testimonio
de Juan Domingo de Perón (1895-1974), ¿qué mansaje da y a quién va dirigido?
4. ¿Por
qué Panizza, dice que no hubo POPULISMO en el Uruguay neobatllista?
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